viernes, 2 de marzo de 2018

poesías de poetas gargantillanos

Heredé el agua cristalina
que resbala en la garganta
Heredé el blanco inmaculado
que los cerezos regalan
El cobijo de las calles
tan hermosas empedradas.
Heredé, la sombra de la higuera
que la siesta me aliviaba.
La palaera risueña
que nuestras siembras regaba.
El ruido del ganado,
del grillo y de la cigarra
Aquellas eras perfectas
formadas por la trillada.
El molino que por viejo
Farrungao le llamaban
Perdí parte de esta herencia
que de niña disfrutaba
Los chiqueros, la regaera,
y charcos en la garganta
Aquellas eras redondas
con sus piedras igualadas.
El charco que del molino
el nombre le sujetaba
Los rollos de aquellas calles
que dibujaron mi infancia

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