lunes, 22 de junio de 2015

Vida lavoral de un gallego.

Resumen de un artículo del país del domingo 21 de junio de 2915

La vida laboral de un español medio, lo que algunos llamarían de forma romántica “una carrera”, puede componerse de cinco, seis o siete contratos. La de David Pena, con solo 32 años, es una novela rusa de varias páginas y unas 130 altas y bajas de la Seguridad Social en los últimos dos años. Una semana, dos días, incluso horas. “Una vez me contrataron por una hora y terminé haciendo 24”, recuerda con humor en la cocina de su casa de Villestro, en una pequeña urbanización a las afueras de Santiago de Compostela donde vive con su madre, discapacitada al 73%, y su tía jubilada de 71 años. Monta escenarios, es transportista, comercial de electricidad, descarga furgonetas y carga con lo que sea sobre su robusta espalda. Su rostro es el preciso retrato de la temporalidad. La gran enfermedad del mercado laboral español.

Centenares de miles de españoles entran y salen como zombies a diario de la Seguridad Social. Este año, más de una cuarta parte de los contratos que se han firmado (1.333.837 de un total 5.476.901) duraron menos de una semana y solo el 7,9% del pasado mayo fueron indefinidos. Enfermeras, albañiles, operarios de la limpieza, cámaras de la televisión pública. Ninguno puede hacer planes, pedir vacaciones, ponerse enfermo, pedir hipotecas al banco o aspirar a cotizar 37 años para obtener una pensión digna. Pero, sobre todo, no pueden rechazar la siguiente oferta de empleo si quieren que su nombre y teléfono sigan en la lista de candidatos. Están condenados a un angustioso e incierto régimen de provisionalidad. Son jornaleros del siglo XXI.

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