11º.- MANUEL BARBERO BARBERO. Nace en Gargantilla, 1955, en la calle José Antonio, más conocida como barrio Perché.
Estudia la Enseñanza Primaria en el pueblo hasta los 11años con Don Emilio. A esa edad se marcha a estudiar bachillerato en el Seminario de la Orden Trinitaria. Cursa 1º y 2º en Alcázar de San Juan(Ciudad Real).3º y 4º en el Santuario de la Virgen de la Cabeza de Andújar (Jaén) y 5º y 6º de Bachillerato en Antequera (Málaga).
Vuelve a Cáceres para estudiar COU y Magisterio en la Escuela Universitaria del Profesorado, donde consigue el Acceso Directo (No necesita examinarse de oposiciones) al obtener la calificación global de sobresaliente durante la Carrera. Una vez cumplido el Servicio Militar en Madrid, trabaja como profesor en Zorita, Ahigal y Navalmoral de la Mata (Cáceres). Se traslada a Andalucía, e imparte clases durante 4 años en La Línea (Cádiz). Desde entonces vive definitivamente en Algeciras, donde sigue como profesor en la actualidad.
Está casado y tiene dos hijas.
A mediados de los años 90 comienza a escribir poesía. Ha dado varios recitales poéticos en Algeciras: Café Teatro, años 2000 y 2004. En la Delegación de Cultura del Ayuntamiento y en el Circulo Cultural del Casino de la Ciudad, años 2007 y 2008.
Algunos de sus poemas han sido publicados en el Suplemento Cultural del "Europa Sur", periódico del Campo de Gibraltar.
Pertenece al grupo de poetas del Ateneo Cultural de Algeciras.
Algunas de sus posías:
ESTÍO
Agosto.
Ciega la luz.
La calor abrasa el aire.
Candente fulgor en el pueblo.
Fuego y silencio en las calles.
El reloj de la plaza
da las cuatro de la tarde.
Sobre un poyete de piedra
y una pared por respaldo,
un viejecito dormita
con la cabeza hacia un lado.
En las afueras,
pasados los arrabales,
un perro vagabundea
por los ardientes eriales.
El pobre campo,
siempre abierto a la intemperie,
mustio y solo languidece.
Sólo algunos olivos,
con sus troncos retorcidos
entre secos pastizales,
le ponen algo de vida
al desolado paisaje.
Sobre el baldío agostado,
canta la estoica chicharra
monótona y estridente,
y en la estrecha carretera,
sube febril la calima
desde el asfalto caliente.
De cuando en cuando,
sobre el bochorno inclemente,
ruta un moscón por el aire
con zumbido intermitente.
Otra ,
PAISAJE BLANCO.
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Amanece...
Está nevando.
Mansamente caen los copos
en trazos de algodón blando.
Por el cielo...
gris apacible dormitando,
tenuemente, se vislumbra
el mudo vuelo de un gorrión despistado,
y en la nieve se entreoye, como en sueños,
el lento y afelpado gotear de los tejados.
A lo lejos,
alguien cruza la plaza solitario.
Silencio y quietud en las calles
tras el límpido esclarecer blanco.
Mirando desde arriba, en el collado,
el pueblo sueña en el valle
bajo un purísimo manto.
¡Belleza y armonía entrelazadas
entonando el
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