martes, 1 de junio de 2010

Lobos y Perros

LOBOS Y PERROS

Debido a la importancia que en todo pueblo ganadero y por ende en nuestro pueblo tiene el ganado, ya desde hace siglos, es por lo que quiero que se conozca un poco la importancia del lobo y el perro en los años de mi niñez y juventud y que poco a poco fue perdiendo interés como veremos.

Viene a mi memoria aquellas imágines que tengo grabadas en mi mente de cuando era un niño, apenas tenía diez años. Un hombre con su burro y un lobo muerto sobre los lomos y acompañado a su vez de unos lobeznos. Habían matado a la loba y habían cogido sus crías aún pequeñas. Supongo que los alimentarían hasta que fueron grandes y luego los irían sacrificando y volverían por los pueblos pidiendo algo como recompensa por haberle dado muerte y así harían con el resto de las crías.

El lobo y la noche

En esos días se presentó una noche de miedo, lluvia y viento como para temblar y más estando en una ladera de un monte y de noche.

Estos recuerdos lo designaría como “la noche de los lobos”. Era una noche oscura con agua y viento. Estábamos estercolando en la vertiente del Alagón o mejor del Cuerpo de Hombre. Ya nos habíamos metido en el chozo. Estaba bien entrada la noche. La leña estaba húmeda y ardía muy mal. Sólo después de un rato, una vez se había secado junto a los pocas brasas que quedaban, podía comenzar a arder. En esa noche parecía se hacía realidad el refrán que reza “la noche para los lobos.”

Era ya casi la media noche. El viento era del norte, lo que hacía que fuera más frío. ¿Tienen inteligencia los lobos? Es una pregunta que nos podíamos hacer. Diríamos que sí, si por inteligencia entendamos discurrir y poder hacer una cosa u otra dependiendo de las circunstancias. Saben de dónde sopla el viento y que entrando al rebaño del lado contrario al viento los perros no podrán olfatear y saber que viene el lobo. Así pues valiéndose del instinto o de la inteligencia entraron por la dirección contraria al viento. Así sorprendieron al rebaño y a los perros. Debido a lo malo que hacía esa noche, tanto los perros como nosotros mismos fuimos sorprendidos. Sólo al oír el alboroto del rebaño nos dimos cuenta, perros y nosotros dos del peligro o mejor dicho de la catástrofe que suponía el que los lobos hubieran entrado al redil. Entre otras razones empeoraba la situación lo escarpado del terreno

La reacción fue rápida pero el daño inicial ya estaba hecho. El peligro ya no era de que mataran algunas cabezas sino de que todo el ganado se desmandara y lo difícil que resultaría volver a juntar el rebaño debido a la orografía del terreno. Los perros empezaron a ladrar y nosotros a azuzarles dando cuantas voces podíamos, y corrimos hacia el rebaño pues a pesar de la oscuridad oíamos el estruendo formado por perros, ovejas y las campanillas. No se veía nada. Nuestros pasos eran a ciegas y con peligro de caernos. Hasta tal punto no se veía nada que una vez que pudimos restablecer el orden dentro del redil, intentando volver a la guarida como buenamente pudimos nos dimos cuenta que no sabíamos dónde estaba el chozo. Este chozo no era como los describíamos antes. Era de madera y tenía una estructura distinta. Era un rectángulo con dos vertientes y superpuesto como sobre una parihuela. El fuego lo habíamos hecho al lado, a unos pasos de la caseta junto a una canchera.

Tenía menos de dos metros de largo, y de ancho no mucho más de un metro nuestro lugar de reposo por lo que dos personas estaban como sardinas en lata.

No sabíamos o no veíamos la forma de dejar atrás el aprisco para ir a dormir, para luego al día siguiente tomar las medidas oportunas.

En invierno se dormía muchas noches con las mantas mojadas pues aunque se intentara secar algo al fuego por las noches, húmedas si que estaban siempre.

Habían matado unas cuantas cabezas de ganado. Alguna desapareció y nunca más se supo de ellas. Es el tributo que se paga a la naturaleza o al reino animal. Así funciona la vida. Unos se comen a los otros. Pero el lobo tiene algo que no tienen otros animales y es que mata por matar y no sólo para comer, pues si así fuera con matar alguna cabeza sería suficiente. Por eso cuando una manada entra en un rebaño mata cuanto encuentra en su camino y puede. Y lo curioso no es que hiera sino que ahoga al animal mordiendo el cuello con lo que logra asfixiarle. Y sólo se lleva algo de lo que ha matado pues no puede llevarse más que una pieza.

Ya estábamos nerviosos. Pasó un rato, terminada la tarea de quedar ordenado todo hasta que amaneciera y pudiéramos evaluar el daño causado por los lobos. Pasaron unos momentos de incertidumbre y no sabíamos para donde tirar. De pronto vimos como se avivaba el fuego y dimos un respiro viéndonos salvados de estar toda la noche vagando de un lado a otros sin saber cómo encontrar el lugar donde íbamos a dormir de nuevo o al menos descansar hasta el día siguiente y todo debido a la gran oscuridad que reinante. La leña puesta junto a las brasas, se había secado y gracias a esa circunstancia ya comenzó a hacerse la combustión. Así fue como se iluminó todo alrededor y vimos el chozo. La luz se hizo y todo quedó iluminado y pasó el peligro.

Esa noche fue muy larga y parecía que queríamos que se acortara para tan pronto se hiciera de día ir al pueblo y dar cuenta de lo sucedido al vecindario.

Era un pueblo de ganadero. Y eso hizo que de inmediato ese mismo día, y con todo los cazadores, se diera una batida por todos los montes que rodeaban el término municipal, sobre todo por ver si se podía dar con los lobos que esa noche habían atacado nuestro rebaño. Pero de nada sirvió pues no pudieron matar ningún lobo ni siquiera ver su rastro. Tampoco encontraron ninguna camada.

De esa época recuerdo esa poesía que dice así:

Estando yo en mi choza

pintando la mi callada,

las cabrillas altas iban,

y la una rebajada;

mal barruntan las ovejas,

no paran en la majada.

Vide venir siete lobos

por una oscura cañada.

Venían echando suertes

cuál entrará a la majada;

le tocó a una loba vieja,

patituerta, cana y parda,

que tenía los colmillos,

como punta de navaja.

Dio tres vueltas al redil

y no pudo sacar nada;

a la otra vuelta que dio

sacó la borrega blanca,

hija de la oveja churra,

nieta de la oveji-sana

la que tenían mis amos

para el domingo de Pascua.

—!Aquí, mis siete cachorros,

aquí perra trujillana,

aquí, perro el de los hierros,

a correr la loba parda!

Si me cobráis la borrega,

cenaréis leche y hogaza;

y si no me la cobráis,

cenaréis de mi callada.

Los perros tras de la loba

Las uñas se esmigajaban;

siete leguas la corrieron

por unas sierras muy agrias.

Al subir un cotarrito

la loba ya va cansada:

—Tomad, perros la borrega,

sana y buena como estaba.

—No queremos la borrega,

de tu boca alobadada,

que queremos tu pelleja

para el pastor una zamarra;

el rabo para correas

para atacarse las bragas;

de la cabeza un zurrón

para meter las cucharas;

las tripas para vihuelas

para que bailen las damas.

El romance extremeño al que pertenece esa poesía prescinde de oropeles en beneficio de una fuerza dramática auténtica. El catedrático Luis Cortez Vázquez, refiriéndose al romance cacereño de la Loba Parda, dice de él que es “parco, veraz, sencillo” y que constituye “la más auténtica página de la literatura pastoril española”.

El sentido práctico de los ganaderos extremeños ha hecho que confiaran no sólo en el auxilio divino sino también en sus propios medios. El extremeño consideró que el “bichu” era un enemigo y que por tanto debía ser aniquilado si quería disminuir el número de bajas en su ganado. Pero esto no fue eficaz hasta que aparecieron las armas de fuego y los venenos que fue cuando la balanza se inclinó a favor del hombre, y basada en esta defensa se crearon los mecanismos que contrarrestaron la eficacia del lobo. Y así surgió el alimañero y el perro y otra serie de medidas que más adelante veremos.

Ya desde antiguo el lobo no sólo competía por la misma caza sino que estaba muy metido por la religión que es un “bichu”, malo y sino recordemos que el mismo Jesucristo dice que el lobo entra al rebaño y mata las ovejas y cuando uno es malo dice que entra con piel de cordero al rebaño para engañarnos y hacer daño, camuflado.

El lobo

No podemos obviar, hablar del lobo sin decir algo del perro pues en este tema que tenemos entre manos son dos caras de la misma moneda.

El lobo es un miembro del orden de los mamíferos conocidos como Carnívoros. Las características más distintivas de estos animales son sus largos y puntiagudos dientes o colmillos y sus afilados premolares superiores y molares inferiores.

La constitución del lobo indica su capacidad de predatoria. Tiene 42 piezas en sus fuertes mandíbulas, una caja torácica amplia y unos voluminosos músculos maseteros que están al servicio de sus funciones depredatoria. Puede llegar a medir cerca de 120 centímetros de largo y una altura de hasta 70 centímetros. No todas las subespecies tienen el mismo tamaño variando según las zonas donde habitan. A más calor, tamaño mayor y a más frío, más pequeño.

La longevidad del lobo puede alcanzar los dieciséis años.

Son muchas las subespecies en lo que no voy a entrar pues no es nuestro fin. Pero sí que diremos que una de ellas es el lobo pardo (Canis lupus signatus ). Tiene algo muy importante este depredador y es que su crecimiento está limitado por la disponibilidad suficiente de alimento en su territorio. Tengamos en cuenta que sus límites son grandes pues pueden recorrer hasta cien kilómetros. Y una segunda, las enfermedades que pueden padecer.

Al aparecer el hombre como otro depredador la situación cambia.

El hombre considera al lobo un peligro

El hombre y el lobo compiten en la caza, por los animales inferiores en la pirámide nutricional como en el caso de jabalíes, cabras conejos etc.

El lobo incluso en caso de carencia alimentaria, puede buscar su alimento entre las cabezas de índole doméstica como ovejas, y cabras e incluso puede llegar a atacar si el hambre es mucha, a las personas aunque dicen que nunca lo hizo o mejor no se tiene conocimiento de un ataque al ser humano en Extremadura.

El lobo por otra parte es un animal social pues está fuertemente vinculado a un grupo, la manada, llegando a estar jerarquizada. La loba amamanta a los cachorros hasta los treinta días aproximadamente. Y a partir de ahí lobo y loba alimentan a los cachorros indistintamente. Y a la hora de cazar forman un grupo o manada para hacer frente a la supervivencia en la caza. Y ya desde pequeño empiezan a aprender un comportamiento social y ya en su propia camada empiezan roles de comportamiento en los que unos individuos prevalecen sobre otros. Y si alguno es muy débil queda relegado a su suerte. Hay entre ellos categorías y los de categoría superior lo llaman Alfa y los de la posición más baja Omega. Y algo muy curioso es que dentro de la manada sólo el lobo Alfa y la loba Alfa tienen derecho a reproducirse y sólo cuando esta pareja deje de ser la dominante o pasen a formar otra manada podrán procrear.

El lobo se caracteriza por la resistencia sobre la potencia y su éxito consiste en agotar a la presa. Mientras cazan no ladran y son muy sigilosos. Y cuando los miembros de una manada son tantos que no pueden alimentarse, se forma otra manada emigrando a otro territorio.

Antes decíamos canis lupus signatus, que es la diferencia del lobo ibérico respecto del lobo europeo. Estas son:

-Las bigoteras.

-Líneas negras o muy oscuras que recorren el frente de sus patas.

-Marcas oscuras a lo largo de su cola y manchas oscuras alrededor de la cruz.

Y estas señales son las que le dan el nombre de signatus .

El peso del macho suele superar los 40 kilo y el de la hembra es inferior.

El número de ejemplares ha disminuido tanto por la caza que ha disminuido y constituye ya una raza en extinción y se limita a muy pocos espacios pues en nuestra región hace ya más treinta años que no se les ha vuelto a ver.

El tiempo de embarazo de la loba es de 63 días y las camadas suelen ser de media docena, pero la mayoría de ellos mueren.

La alimentación es muy variada pero actualmente han pasado de comer seres vivos a ser carroñero debido a la necesidad y escasez. Siempre persiguen a la pieza más débil. Y aquí viene la inteligencia pues si hay perros, uno de los lobos se deja ver atrayendo al perro y luego huye permitiendo que los otros ataquen a las reses. O incluso en caso de viento y de noche atacando en contra del viento para que su olor no pueda ser detectado por los perros majá y poder sorprenderles.

La razón de casi la desaparición del lobo se debe a las siguientes razones.

1º.-Pocos lugares aislados.

2º.-Incendios forestales.

3º.Menos caza a su alcance.

4º.- El ataque sistemático en la lucha por la supervivencia del hombre pues el lobo y el hombre compiten por los mismos recursos alimentarios y sobre los ganaderos y no digamos los cazadores de conejos y jabalí

5º.-Ignorancia y supersticiones sobre todo por su aspecto oscuro y mitológico.

MITOLOGÍA sobre el lobo

Hay dos formas de mirar al lobo.

Una, la marcada por la religión cristiana que ha considerado al lobo como criatura de las tinieblas vinculándolo incluso al demonio.

Y la otra, ha visto en este animal un símbolo de sociabilidad, eficacia e inteligencia, los defensores de los animales.

EL PERRO

El Canis lupus familiaris, llamada comúnmente de forma indistinta perro, can o canino, es considerado como uno de los animales más extendido en la tierra, es un mamífero domesticado ya desde tiempos antiguos por el hombre aunque esto no está tan claro pues nos puede inducir a creer quizá que el perro se domesticó espontáneamente y así vivir cerca del hombre y conseguir de forma más fácil el sustento.

ORIGEN.

La teoría, que más adeptos tiene, es que el perro proviene del lobo. Pero independientemente de cuál sea su origen es que desde que se tiene conocimiento el hombre consiguió domesticar a ejemplares de lobos y que el perro sea el primer animal domesticado, usándolo como ayuda para la caza y defensa para el hombre y su morada. Y poco a poco fue creando diferentes razas para distintas labores. El hombre enseguida vio que el perro tiene unos sentidos de olfato y oído más potente que los nuestros y que podían ser utilizados en nuestro beneficio y que se adaptaba a nuestras necesidades domésticas, como guardián de ganados, caza y cómo no, como animal de compañía.

Inteligencia.

Todos estamos convencidos de su inteligencia aunque no es fácil ponerse de acuerdo en ello, además de que unas razas aprenden más fácilmente que otros. Los progenitores enseñan a sus crías recurriendo a premios o castigos. Incluso gustan de guaridas, por lo que aprenden a mantener limpia su casa. Otros dicen que son signo de servidumbre y no de inteligencia. Claro que si por inteligencia entendemos la capacidad de elegir una cosa u otra, no podríamos hablar de inteligencia sino de habilidades. Y tiene una característica opuesta al hombre, como el que llega a su peso normal en menos de un año mientras el hombre necesita 20 años, al igual que la madurez en todos los sentidos.

Hay muchas clases de perros. Para nuestro libro tienen interés sólo las siguientes. Entre ellas están el Mastín, el Carea, y El perro lobo.

El Mastín, que es un perro grande. Es el más grande de todos ellos

El perro carea. Es un perro pequeño del que bien enseñado se va a servir el pastor para ayuda de recoger el rebaño o como en el caso de pastar en huerto o parcelas pequeñas y con sembrados con peligro de que se los coman, correrá las lindes y las ovejas le respetarán al perro más que al pastor como guardián del ganado, sobre todo ovejas..

Y el perro lobo como defensa personal.

Su alimentación.

No era complicada pero sí metódica. Sólo se le daba una vez al día. En caso de los pastores por cuenta ajena los dueños le servían al pastor a diario la carne que iban a comer los mastines. Pero hay un dato curioso que si bien yo no experimenté si lo vi en otros pastores, a los que se le enviaba esa carne ya podrida para que no la pudiera comer y tuviera que dársela necesariamente a los perros y no pudieran aprovecharla para el consumo humano, pero a pesar de ello como el hambre es muy negra le sisaba una parte para su consumo, pues por otra parte la carne aunque esté podrida al contrario que el pescado nunca va a producir intoxicaciones.

Para que en su lucha con el lobo tenga más éxito y no corra el peligro de perder la batalla en su enfrentamiento se le adorna de las carrancas que consiste en un collar en el cuello con pinchos con lo que resulta invulnerable a los ataques del lobo que en su primer intento va al cuello para asfixiar al contrario. Esta clase de perro fue un producto de exportación a otras regiones llegando a ser fuente de pingües negocios. Esa valentía del mastín es acrecentada adiestrándole en la lucha con otros perros. Una forma de hacerle más audaz y fiero utilizada fue ya a primero del siglo XX, cortarle las orejas cuando son pequeños de donde viene que todos estos perros son mochos es decir desorejados. Incluso existió cierta superstición que se creía que comiendo entrañas de lobo se hacían más fieros. Esta misma creencia se tiene en alguna tribu africana, respecto a comerse a los hombres en la creencia de que se posesionarán también de la inteligencia del ser comido, razón por la que se comen a seres humanos para poseer sus cualidades. También dentro de las supersticiones entraba la religión pues se le hacían tres cruces con el aceite de la lámpara del Santísimo y rezado un padre nuestro mientras se llevaba a cabo la signación. Se les llegó a tener tanto aprecio o necesidad de proteger a estos perros que incluso Alfonso VII en el fuero que concedió a Coria a mediados del siglo XII enumera las sanciones que ha de imponerse al que causare daño o muerte a un mastín. También se impone la obligatoriedad de disponer de estos perros a aquellas personas que se dedican al cuidado de las reses. Y como no podía ser de otra manera se remunera al que luchare contra los lobos que tantos perjuicios causan a la economía ganadera. Al principio del XVIII se pagaba por las capturas presentándolo antes los escribanos de los Concejos, quienes cortaban las orejas con lo que evitaba la picaresca de cobra por la misma captura más de una vez, cosa que desapareció con el paso del tiempo y que luego como recuerdo en la segunda mitad del XX, se paseaban por los pueblos con lobos muertos y sus crías recibiendo algo como compensación por ello. Al final del XVIII, se emiten cédulas reales en las que se regula la valoración; cuatro ducados por cada lobo; ocho ducados por la hembra ; doce ducados en el caso de una camada; dos ducados por cada lobezno. Así fueron aumentando hasta que en 1960 desparecieron estas compensaciones. Llegó a vivir de la caza del lobo en algunos pueblos el alimañero, llegando a ser una profesión. Nos cuentan que un tal Juan Bravo que vivía en las alquerías de las Mestas fue considerado el más famoso alimañero de las Hurdes, que a su vez era hijo de otro alimañero de quien aprendió el lenguaje de los lobos a quienes imitaba con absoluta perfección. La época de caza de este animal se debe hacer entre marzo y abril, que es cuando crían y capturaban camadas. Cuando cazaban juntos padre e hijo, uno llamaba a la madre y el otro cogía las crías y al volver y encontrarse con la ausencia de sus cachorros los seguía por el olfato poniendo en peligro a los cazadores. Y se veían en la necesidad de encender hogueras para que les ahuyentara. Los pastores eran los que más inclinados estaban a darle recompensa.

Nos cuenta R. Blanco Belmonte en su libro “Por la España desconocida”, que este famoso alimañero llegó a aniquilar a más de 218 lobos. La picaresca fue grande en algún caso hasta tal punto que se comentaba que el lobo había causado más daño a los bolsillos, muerto que vivo. En toda la zona se llegaron a hacer dos batidas por año coincidiendo en el mismo día a la misma hora y se le daba munición gratuita y comida a base de pan, queso y vino. Una en Enero y otra a finales de septiembre. Los gastos se repartían proporcionalmente a las cabezas de ganado que se poseían. Las autoridades se quedaban con la piel, cabeza y manos para evitar el fraude. Las batidas se hacían de una forma bien definida y cada uno de los que formaban parte tenía una función específica y cada uno recibía un nombre. Los que se daban en las Tierras de Granadilla formados por el :

Mayoral. Era el encargado de toda la organización.

Capataces: que se encargaba de la dirección de los grupos.

Careas: con el cometido de carear y mover las piezas hacía los puntos de espera y se acompañan de los perros, llevando como única herramienta un bastón.

Punteros: Los cazadores situados en los pasos escogidos.

Manilleros: los encargados de trasportar comidas en las bestias con serones para el trasporte de los animales muertos o cazados. El inicio de las cacerías se iniciaba al alba y no sin antes oir misa, pues no en vano el lobo era considerado un animal diabólico.

La caza.

Ha perros que nos ayudarán también en la caza, tanto para levantarla, cazar o cobrar las piezas abatidas. Es tan antigua como el ser humano. Siempre hubo en cualquier pueblo cazadores de la caza menor y aquí no iba a ser menos. Hasta tiempos recientes , pero todo ha cambiado un poco al menos en mi pueblo ya que la caza menor apenas tiene ya vigencia por la falta de piezas. Pero recuerdo a un señor que vivía en el llano que hay al iniciar la calle en la que vivo en verano, que tenía perdices con la que cazaba con la perdiz como reclamo. Se apostaba en un puesto que había camuflado con ramas y unas piedras formando como un corralito en donde estaba el macho de la perdiz, esperando que se acercaran las perdices y eran cazadas unas veces con escopeta y otras con trampas donde eran atrapadas.

También los conejos con cepos, que normalmente eran puestos por la tarde y al día siguiente se pasaban por todos los puestos a recoger la pieza.

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Siempre tuvimos perros de caza pero nunca galgo que son los que se utilizan propiamente para liebres y en dehesas.

1 comentario:

  1. INTERESANTE E INSTRUTIVO. YA QUE DESGRACIADAMENTE ESE SER INTELIGENTE Y SOCIAL QUE ES EL LOBO, HA DESAPARECIDO DE NUESTROS CAMPOS Y MONTES (SE DICE QUE QUEDA ALGÚN PEQUEÑO REDUCTO EN SIERRA MORENA,PERO NO HAY UNA CONFIRMACIÓN CONVINCENTE)
    PACO

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