Capítulo
Primero
Voy a escribir algo sobre mi gata. Es una gata que sin perder su idiosincrasia
no se parece a ninguna otra de su género.
Como cualquier otro animal de su especie
se distingue por su fiereza y mal genio
pero como mía es lo más bonita que hay,
bien sea por su pelo blanco y una parte de ello según se ha ido haciendo mayor
o adulta tiene parte canela sobre todo
si la ves desde arriba aunque si la veo
de frente es blanca.
Una segunda caída. Había terminado de
poner la nueva caldera y el apoyo que
tenía en la ventana no era plano sino tubular. Por eso, al ir yo a cerrar la
ventana y meterla para dentro no pudo sujetarse y de nuevo se cayó, pero esta
vez fue distinto. Se rasgó un poco el labio inferior y estuvo de nuevo otra vez dolorida y vuelta al veterinario.
Es cosa curiosa que casi siempre suceden estas accidentes cuando es fiesta y
hay que llamar al urgencias, lo que encarece la consulta del veterinario, en
este caso veterinaria. Esta vez pasó aunque estuvo varios días comiendo con
dificultad por la herida. También al caerse se quedó quieta y bajé corriendo y
la subí en mis brazos con la mayor delicadeza posible por si tenía alguna lesión en su cuerpo.
Y así hemos llegado a la tercera caída
hace unos días. Estábamos en la terraza y en un descuido, pues había entrado a
casa para hacer algo cuando volví y no la encontré, lo primero que hice
fue mirar a ver si se había pasado a la
terraza de Carlos como había hecho alguna vez, pero miré al patio y la vi en el
suelo sin moverse. Bajé corriendo como las otras veces y la vi una pequeña
herida en el labio otra vez. Subí a casa, la observé y la solté y no la noté
que cojeara o que se quejara.
Esta vez no fui al veterinario pues como
de costumbre fue un sábado. Pasaron unos días, pero como no notaba nada raro no fui a consultar a
pesar de que lo mismo mi mujer como mi hijo estaban empeñados en que fuera y
comprara algún analgésico pues como es lógico la caída de un tercero no es moco
de pavo.
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