sábado, 14 de diciembre de 2019

Capítulo tres


Pero ahí no queda todo, pues  ya con más de dos años a punto de cumplir los tres un nuevo accidente. Ya me dejaban sola en la terraza exterior. Intentaba  pasarme a la terraza del vecino y ese día  hacía mucho viento que fue la causa de que perdiera el equilibrio y volviera a caerme por tercera vez y desde el cuarto piso.
Caí  todo lo larga que soy. Cuando mi padre ADOPTIVO volvió a la terraza me cuenta que al no verme creyó que me había pasado a la terraza del vecino  pero no fue  así pues yo estaba tendida en el suelo y maullando. Enseguida  bajó corriendo y  viendo que aparentemente no me había dañado como de costumbre me cogió en brazos y con mucho cuidado me subió a casa y en esta ocasión no me llevó al veterinario y poco a poco se me fueron  quitando los dolores.
Con esta tercera vez ya llevo gastadas tres de las siete vidas que dicen que tenemos los gatos
Los anglosajones hablan de nueve.
POR QUÉ LOS GATOS  TENEMOS 7 VIDAS ¿O ERAN 9?
Siete vidas tiene un gato, dice la gente, al menos en España, en Italia o en México porque en países anglosajones  tenemos dos vidas extra: nueve, nada menos. ¿De dónde procede esta proverbial fama de supervivientes que tenemos?
Según un estudio realizado por dos veterinarios de Nueva York en 1987 el 90% de los gatos que cayeron desde alturas de entre 2 y 32 plantas sobrevivieron. Sorprendentemente, la mayor mortalidad no se produjo en las caídas desde alturas superiores sino en torno a las siete plantas de altura. La explicación a esta paradoja la da un lector de “New Scientist” en la crujiente recopilación “¿Hay algo que coma avispas?”. Aquí va:

“Un gato en aceleración tiende a ponerse rígido, lo que reduce su capacidad para absorber el impacto. Sin embargo, una vez alcanzada la velocidad terminal (100 km/h, la mitad que una persona) ya no hay ninguna fuerza neta que actúe sobre el gato y por tanto se relajará, con lo que aumentará su flexibilidad y el área de la sección transversal sobre la que el impacto se difunde una vez que el gato alcanza el suelo”.
En resumen, ésta es la secuencia: en una caída desde pisos bajos, el minino sale ileso porque su velocidad terminal es baja. A partir del quinto piso, nos tensamos y aumenta la velocidad, multiplicando su mortandad. A partir del séptimo piso…¡l  los  gatos nos da tiempo a relajarnos!
En 1890, el investigador Etienne-Jules Marey grabó la caída de un gato, demostrando un principio irrefutable de la física: los gatos (vivos) siempre caemos de pie.
Ha quedado demostrada la resistencia gatuna a las alturas. Vayamos ahora con el número de vidas. Las nueve vidas de los gatos parecen venir del antiguo Egipto, donde éramos considerados animales sagrados. La deidad Atum-Ra, el dios del sol, dio vida a otros nueve dioses, conocidos colectivamente como Los Nueve. Atum-Ra se transformó en gato para visitar el mundo de las tinieblas y para ello se dotó de nueve vidas.
¿Y las siete vidas de los países latinos? No hemos logrado encontrar una explicación -aunque el siete es un número sagrado característico en la cristiandad-. ¿Tienes tú alguna?
Esta vez no fui al veterinario pues como de costumbre fue un sábado. Pasaron unos días, pero  como no notaba nada raro no fui a consultar a pesar de  mi dueña y su hijo que me quería con locura  pues cuando me veía  me colmaba a besos estaban empeñados en que fuera y comprara algún analgésico pues como es lógico la caída de un cuarto no es moco de pavo.


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